El fenómeno natural de los huaicos golpea todos los años el Perú en los meses que conforman la época de lluvias, desde noviembre a abril. Los huaicos, cuya denominación proviene del término quechua “Wayqu”, son repentinos aluviones de rocas, lodo y agua que provocan cortes de carreteras y sepultan zonas enteras en municipalidades a lo largo del país.
Este fenómeno climatológico – geotécnico se caracteriza por una violenta inundación que provoca el desprendimiento del material de las laderas y entornos del cauce del río y su arrastre aguas abajo por las cuencas y quebradas. El lodo y el agua pueden arrastrar enormes bloques de rocas, destruyendo todo lo que encuentran a su paso. Estos aluviones, que llegan hasta el fondo de los valles, arrasan con los sedimentos transportados infraestructuras y zonas pobladas.
Los huaicos se producen principalmente en las microcuencas de las vertientes oriental y occidental de la cordillera de los Andes peruanos, siendo más destructivos en los valles que vierten hacia el océano Pacífico. En esta parte de los Andes, donde se encuentra Lima Metropolitana, existen suelos muy erosionables por estar conformados por sedimentos y depósitos no consolidados, y poca vegetación. Estos suelos, al saturarse por las aguas provenientes de las precipitaciones, se licúan y se desprenden de las laderas, formando un alud de rocas y lodo, que alcanza grandes velocidades y posee un alto poder destructivo.
Estos aluviones, al producirse en las zonas altas de valles muy verticales, descienden con mucha energía al fondo del valle, arrasando con todo lo existente en el delta o cono de depósito de las quebradas.
¿Cómo impactan en la infraestructura vial?
La mayoría de las infraestructuras viales discurren por los fondos de los valles cortando las quebradas y pasando sobre los conos de depósito. El ejemplo más claro lo tenemos en la Carretera Central, que cada año sufre cortes por los huaicos que se producen desde el puente de Los Ángeles en adelante, en dirección a La Oroya. En febrero se ha inaugurado el túnel Chacahuaro 2, en Huarochirí, con el objetivo de evitar los huaicos y reducir así el tiempo de viaje riesgos por caídas de rocas.
Al igual que este túnel, algunas vías están equipada con puentes y falsos túneles que evitan que los aluviones provenientes de las microcuencas dañen la infraestructura. En algunos puntos se disponen badenes, que permiten que el aluvión fluya por la superficie de forma controlada, sin que la superestructura de concreto sufra daños.
En los badenes se suelen producir cortes de vía temporales, ya que el curso de agua y lodo que fluye por el mismo imposibilita el paso. Además, la acumulación de sedimentos requiere de maquinaria pesada para la retirada de material y limpieza de la vía.
El problema general de estas vías se produce cuando los huaicos se generan en zonas no preparadas, en las cuales no se dispone de ningún elemento de drenaje o protección, o estos están infradimensionados. En estos casos, como suele suceder en carreteras de menor volumen de tránsito, el poder destructivo de los huaicos provocan importantes daños en la infraestructura, arrasando incluso con la plataforma de la carretera. Los servicios de saneamiento, abastecimiento, canales de regadío y postes eléctricos, al ser instalados junto a las carreteras, suelen sufrir también importantes daños, dejando a las poblaciones más aisladas, totalmente incomunicadas y desabastecidas.
En algunos, casos, a pesar de que los aluviones de lodo y roca no afectan a la vía, estos generan depósitos importantes de sedimentos en las cuencas principales de los ríos, con los consecuentes embalsamientos, crecidas, y riadas que producen daños indirectamente en las infraestructuras cercanas.
En zonas urbanas, como se pudo comprobar en los huaicos de Chosica de marzo de 2016, la situación es más grave aún. Muchas quebradas que cruzan zonas pobladas se encuentran urbanizadas, sin ningún control por parte de las autoridades, reduciendo drásticamente la capacidad hidráulica de las mismas. Además estas cuencas únicamente trabajan hídricamente cuando se producen lluvias extraordinarias o el Fenómeno de El Niño, siendo invadidas por infraviviendas y estructuras urbanas en los periodos secos.
Los daños materiales y personales que producen los huaicos en estas zonas, son mucho mayores y las actividades de desescombro y limpieza, más complicadas.
Este año, según la Comisión de Defensa del Congreso de la República del Perú, han fallecido ya 25 personas, 39 han resultado heridas, y hay una persona desaparecida. Por otro lado, 407 kilómetros de carreteras se han visto afectados y 210 kilómetros destruidos. 40 puentes se han visto dañados y 13 han quedado inutilizables. Estos daños materiales pueden ascender a más de 189 millones de dólares. Además, se han registrado 34,239 damnificados por los huaicos e inundaciones provocadas por las lluvias.
¿Se puede evitar el efecto de un huaico?
Los daños de los huaicos se pueden controlar y minimizar, a pesar de la orografía, geología y climatología del Perú. En este sentido, es vital realizar un inventariado y análisis de los puntos en los que se pueden producir mediante estudios hidrológicos, de inundabilidad y desarrollar las actuaciones pertinentes.
La construcción de badenes y falsos túneles de protección evitan y reducen los daños en las carreteras. A su vez, una modificación de los manuales del diseño de sistemas de drenaje y otras infraestructuras con periodos de retornos más amplios garantizarían dimensionamientos suficientes y adecuados a las condiciones climáticas del Perú.
En las cuencas donde se repiten estos fenómenos, se pueden construir diques o presas de estabilización de drenajes y retención de sedimentos, que permiten disipar la energía de los huaicos y frenar el arrastre de rocas y lodos aguas abajo. Estos parapetos se pueden ejecutar con escolleras, gaviones o de madera de modo provisional.
Las obras de protección de márgenes y fondos mediante escolleras o gaviones revisten las cuencas con materiales consistentes, que evitan la erosión del terreno y la formación de socavaciones. Estas actuaciones son idóneas para zonas urbanas o cercanas a infraestructuras pero deben ser conservadas, realizando retiradas periódicas de los sedimentos acumulados.
La delimitación de zonas inundables garantiza que no se construyan nuevas infraestructuras o viviendas, a la vez que se toman medidas sobre las ya existentes. En las zonas urbanas, se deben desalojar y reubicar las viviendas existentes en zonas de riesgo, y construir canales de encauzamiento y evacuación de aluviones para evitar desbordes.
La revegetación de las cabeceras de las cuencas reduce la erosionabilidad del terreno y aumenta la capacidad de absorción de las precipitaciones, dificultando la formación de huaicos.
Un buen protocolo de comunicación entre las autoridades, la instalación de sirenas de emergencia y paneles de señalización variable informativa pueden contribuir en la reducción de daños materiales y personales en estas situaciones de riesgo y facilitar, a posteriori, la organización de planes de emergencia y operación en las infraestructuras.
En el Perú queda mucho camino por recorrer aún en materia de prevención de desastres naturales y es vital comenzar a tomar medidas, cara a la siguiente época de lluvias que comenzará en noviembre de 2017 o para el siguiente Fenómeno de El Niño. Estamos a tiempo.
Por Gaizka Buruaga, ingeniero de Alauda